Negro no es ningún color, es sólo una abstracción político-racista brutal y lo que primero me impresionó de su piel, antes que su tono indefinible, fue la textura o, más bien, ambas cosas. Eran inseparables, uno se daba cuenta de que el placer de su visión sólo podía complementarse acariciando delicadamente: como si la miel y el satén fuera una sola sustancia y ambos estuviesen vivos y esculpidos, sin embargo, en el más rico oro.
Burgess, Anthony. Poderes terrenales. El Aleph Editores, 2008 (pàg. 726). Traducció de José Manuel Álvarez Flórez.
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