Aclaré, ya que me había dado pie para ello, que yo no despreciaba en modo alguno la poesía. Hubiera podido recitar de memoria versos de Klopstock o de Schiller; pero escribir versos en estos tiempos, como no fueran para la amada, resultaba un tanto inútil, ¿no lo veía él así?
-O grotesco -dijo el pobre infeliz, asintiendo con la cabeza.
¿Cómo alguien tan deforme podía opinar que algo era grotesco sin sentirse de inmediato aludido? Misterio.
Bolaño, Roberto. El Tercer Reich. Anagrama, 2010 (pàg. 79).
Deixa un comentari