“¿Que hacía yo entre aquellas plumas y lápices alineados en el escritorio? ¿O era un altar? Había comenzado como un simple juego… Pero mirando en mí misma vi mi futuro: atrapada en aquella trampa, con las piernas quebradas por la trampa de “ser alguien”. Tras haber escapado del convento, la religiosidad tirada por la ventana volvía a asomar por algún agujero de mi habitación a caballo del ratón de la estética. Vi al ratón místico. Los ojos herrumbrosos de la insaciabilidad escrutaban desde los ángulos en sombra, voraces. Espiaban mi carne joven, mi pecho, para encontrar una rendija y entrar en mí y roer la osamenta de mi esqueleto soldada por la alegría. Deteniéndolo, supe que había desconfiado con toda justicia, y que unos pocos instantes más de inconsciencia me habrían arrojado fuera de la realidad presa de aquella droga llamada “artista”, droga más poderosa que la morfina y que la religión. Comprendí y aparté la mirada de mí para huir.”
Sapienza, Goliarda. El arte del placer. Lumen, 2007. Traducció de José Ramón Monreal
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